Histórico:

SOY UN ESTÚPIDO – Escribió Javier Arzuaga un día como hoy

Me sucedió hace algunos años. Era miembro de la Sociedad XX y participaba en una reunión de su Junta Directiva. Nos habíamos comprometido a pensar sobre un problema al que nos enfrentábamos y traer tres propuestas o sugerencias como soluciones o como material siquiera de discusión. Resulté ser el único que llevaba escritas las propuestas. Léelas. Leí la primera. Bah, pendejadas, rezongó uno de los compañeros. Nadie más dijo nada. Leí la segunda y volvió a parecerle pendejada al mismo compañero. La respuesta a la tercera fue idéntica que las anteriores. Luego soy un pendejo, según ustedes, les dije. Bueno es saberlo. Me levanté y me marché. (Según la Real Academia de la Lengua, pendejada y estupidez significan los mismo: necedad). Lo primero que hice al llegar a casa fue preparar una carta dándome de baja. Si fuera ésa mi única estupidez cometida o la más parecida a una chiquillada o la que peores consecuencias ha arrastrado consigo, me sentiría feliz a la hora de escribir hoy sobre la estupidez. Recuerdo que fue en abril del 65 y en Jauja, Perú, que leí los dos tomos de “La historia de la estupidez humana” de Paúl Tabori. Extraordinario, divertidísimo, aleccionador. Pero por lo visto, no aprendí mucho. Perdónenme por lo que voy a decir, es fuerte. Tabori debía haber comenzado su libro diciendo que el primer estúpido desde ante de la historia y la prehistoria, desde la Creación, es Dios en caso de que sea verdad que hizo al hombre y a la mujer “a imagen y semejanza suya”. Suena a blasfemia, pero no lo es porque el relato del Libro delnesis es mitológico, no es histórico ni científico ni real. Somos seres racionales, pero algo que la ciencia no ha descubierto todavía, una fibra de nuestra raíz, nos hace seres racionales-estúpidos. El mismo mito lo dice. La ´manzana´ del Árbol del Bien y del Mal, Eva comiéndola y ofreciendo a Adán para que la comiera es el relato de una estupidez. Y continúa la estupidez cuando se cubren el sexo con hojas de parra. Y el mal pasa a los hijos Y éstos fabrican el primer eslabón de la más horrible de las cadenas, la de las guerras y la de todos los asesinatos y todas las muertes de todos los inocentes sacrificados en el altar de la estupidez, cuando Caín mata a su hermano Abel. La historia del ejercicio del poder, imperios, monarquías, dictaduras, revoluciones, anarquía y democracias -también democracias, sí, señor- está plagada de estupideces. Igual que la historia de la convivencia entre quienes componemos la raza humana, comenzando por las estupideces que cometemos en la relaciones de amor y de sexo y siguiendo por las de la educación, la salud, la economía, la ciencia, la diversión, todo. Hoy día, una de la estupideces de mayor peso por la implicaciones que tiene es el reparto de las riquezas, 99% para unos pocos y el resto para los demás. Verdaderamente, horrible, intolerable, imperdonable. Soy estúpido, he dicho en el encabezado. Es más fácil decirlo que aceptarlo. Sin embargo, si lo aceptáramos, llegaría el día en que no lo tuviéramos que decir, habríamos dejado de serlo. Tampoco, porque pensar que se ha superado la propia estupidez es de estúpidos. Consolémonos de todas formas. Es quizás la primera y la más clara muestra de que somos inteligentes el reconocer que somos estúpidos. Amén.


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1 Comentario en SOY UN ESTÚPIDO – Escribió Javier Arzuaga un día como hoy

  1. No sabía que Javier pensaba lo mismo que yo suelo decir: el libro del Genesis es tan solo una libro mitológico, un intento de explicar la vida humana en la tierra, así como tienen sus historias mitológicas los griegos, los romanos y otros pueblos. Quien lo escribió tenía una visión estrecha sobre muchos temas – lo que le era posible pensar y explicar en aquellos tiempos – y que curioso que las religiones lo utilizaron para explicar y establecer las relaciones de poder hombre-mujer, família, determinar el mecanismo de la culpa, que el sexo es feo, que somos semejantes a un dios rabioso capaz de expulsar del paraíso dos chavales por unos momentos de conocimiento de sus cuerpos, incapaz de escuchar, incapaz de dejar que el hombre elija su camino sin que se interponga sobre el una ley de condemna. Increíble que en el siglo XXI tengamos una sociedad fundamentada en estas creyencias que, de alguna forma o de otra, nos afecta a todos. Las relaciones de poder nos hacen los más estúpidos de la biosfera. Más que criticar, pienso que hay seres capaces de un ejercicio continuado para librarse de estos modelos. No serían muchos, es verdad. Y que seguiremos actuando como estúpidos en un momento u otro. Ojalá caminemos en otra dirección librandonos de culpas y sin necesidad de disminuir, rechazar o desear ser mejores que nadie. Seguiremos como estúpidos pero ayudaría mucho dibujar un mundo más compartido, con espacio para muchas ideas, incluso las ideas de los demás, no solo la nuestra. Utopia?
    M.A., Sao Paulo.

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