HISTORIA DEL “DÍA DEL AMIGO”– Escribió Javier Arzuaga un día como hoy
Sucedió un día como hoy, 20 de junio, el año 1958. En Puerto Pinasco, Paraguay. Un pueblo de apenas 40 años de historia y que no llegaba a los cinco mil habitantes. Un grupo de amigos celebraba el Día del Árbol. Al encargado del imprescindible discursito se le ocurrió decir que como hay un Día de la Madre y otro Día del Padre y otro más del Árbol, bien podría celebrarse un Día del Amigo. Cayó en buena tierra la idea. Siguieron reuniéndose toda la semana del 21 al 28 para estudiar a fondo la propuesta y surgieron la Cruzada Mundial de la Amistad, el “juego del amigo invisible” y un programa de acción inmediata. Se estableció en Paraguay el Día Nacional de la Amistad a celebrarse todos los años el día 30 de julio. Cundió la idea y pronto la hicieron suya Argentina, Uruguay, Chile, Perú, India y varios países más. El 3 de marzo de 2011 la Asamblea General de las Naciones Unidas, a propuesta de la UNESCO, dispuso la celebración del “Día Internacional de la Amistad” el 30 de julio. Lo hizo en un texto dedicado a la Cultura de la Paz en la que exaltaba los valores, actitudes y conductas conducentes a propagar buenas relaciones entre personas y pueblos y el logro de un Mundo Mejor. Los amigos paraguayos de Puerto Pinasco se merecen un monumento en señal de agradecimiento. Se han dicho muchas muchas cosas bellas acerca de la amistad. Copio dos frases. “Un buen amigo es alguien capaz de tocar tu corazón desde el otro lado del mundo”. “Ser amigo es interpretar miradas, entender silencios, perdonar errores, guardar secretos, prevenir caídas y secar lágrimas”. He tenido muchos conocidos y un buen puñado de amigos a lo largo de mis años. Dadas la circunstancias de mi vida, la lejanía ha sido una condición a la que la amistad se ha visto sometida. El encuentro y el diálogo y las celebraciones son como el pentagrama en el que se escribe. se canta y se vive la amistad, pero han estado prohibidos en mi vida. Queda la pluma, la escritura. Lástima que el escribir no sea para todos igual de fácil que el hablar y la comunicación “a la pata coja” acabe con los músculos y los pulmones del escribidor en solitario. Llegado el momento, sólo queda el jardín de los recuerdos y la amistad en silencio. Procesión nocturna con cirios apagados. En estos últimos cuatro años, a falta de presencia física de amigos, dedico todos los días un buen rato, cerrados los ojos, a celebrar amistades en presencia del Misterio. Desde hace un año, escribo estas paginitas del blog y en lo que voy amontonando palabras en la pantalla de la computadora, indefectiblemente siento que este, aquel o el otro amigo están a mi lado, que estoy conversando con ellos. Y así y por eso es como el blog me sirve de terapia mental, afectiva y espiritual. Gracias, amigos. Pronto nos veremos. No sé cómo, pero nos veremos. Un abrazo.
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